Sabías que… (2)
DESARROLLA TUS TALENTOS
Cuando miras a otras personas, te das
cuenta que cada una es distinta de la otra: distintas en el físico, en la
personalidad, en la forma de vestir, en la manera de comunicarse o en la manera
de pensar. Las diferencias entre las personas podrían ser vistas como un
obstáculo al momento de cultivar relaciones interpersonales. Sin embargo, ese
supuesto obstáculo, si lo miramos con buenos ojos, es más bien una riqueza.
Cada quien cuenta con talentos especiales que se complementan y que aportan de
manera positiva en una tarea o misión común.
Aunque no lo creas, muchas de las cosas
que haces a diario, son talentos. Y las personas estamos llamadas a desplegar,
desarrollar y hacerlos brillar. Empieza
a buscar dentro de ti y alégrate con lo
que vayas descubriendo. En la medida en que seas capaz de reconocer qué
talentos posees, serás también capaz de poder valorarlos, compartirlos y
ponerlos al servicio de quienes los necesiten.
Es probable que te des cuenta de tus
habilidades pero no necesariamente las consideres como talentos. Existe una gran variedad de talentos; Por
ejemplo, ¿Cuán rápida eres para organizar tu tiempo? Si te piden expresar tus
ideas por medio del arte: ¿Podrías componer una canción, escribir un poema o
preparar una obra de teatro? ¿Eres capaz de improvisar? ¿Tienes poder de
convencimiento? ¿Te das cuenta de los detalles? ¿Sabes cocinar o coser? ¿Qué
cosas haces que te salen bien y aprueban los demás?... ¿Podrías nombrar al
menos cinco talentos tuyos?
¡Ánimo! Vale la pena que aprendas a
valorarte y cuando te descubras a ti misma y estés consciente de todo lo que
vales no solo te sentirás realizada como persona sino que estarás haciendo el
bien a los demás.
La talla de tu cuerpo cuenta poco, la de tu cerebro cuenta mucho, sobre todo cuenta la de
tu corazón.
ENSALADA "TRES EFES"
Fruta, Fresca y Fácil
INGREDIENTES
- 1 mango de planta grande picado en cuadritos; separar una raja para adornar el plato
- 10 hojas de lechuga americana (*) en trozos y previamente lavada
- Mayonesa al gusto
- Pizca de sal
En un bol colocar la lechuga, echarle una
pizca de sal, luego se añade el mango en cuadritos y se vierte encima la
mayonesa, mezclando cuidadosamente.
Colocar en un plato la ensalada colocando
al lado, la raja de mango cortada como abanico.
¡QUE MATEN A LOS VIEJOS!
Los dichos de mi mamá (uyuyuyyyy,
¡historia antiquísima…!) eran muy graciosos y acertados y tenía uno para cada
ocasión. Por ejemplo, cuando se destapaba algún secreto bien guardado ella
solía decir: “Cuando no quieran que se sepan las cosas ¡que maten a los viejos!”
Parece, pues, que no solo ahora los
chismes de comadres son pan de cada día, si no que también antaño las señoras padecían
del mismo mal.
Lástima, pues, que ya no pueda decirle
a las señoras de antes lo que sí puedo compartir con las de ahora, esto es, el
sabio consejo de Sócrates que a continuación transcribo:
Espera un minuto, replicó Sócrates. Antes de decirme nada
quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple
filtro. ¿Triple filtro? Preguntó el conocido. Correcto,
continuó Sócrates. Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena
idea filtrar tres veces lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el
examen del triple filtro.
El primer filtro es la verdad. ¿Estás absolutamente seguro
de que lo que vas a decirme es cierto? No, dijo el hombre, realmente solo escuché
sobre eso y... Bien dijo Sócrates. Entonces realmente no sabes si es cierto o
no.
Ahora permíteme aplicar
el segundo filtro, el filtro de la
bondad. ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo? No, por el contrario... Entonces, deseas decirme algo malo sobre él,
pero no estás seguro de que sea cierto.
Pero podría querer
escucharlo porque queda un filtro: el filtro de la utilidad. ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de
mi amigo? No, la verdad que no. Bien, concluyó Sócrates, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso no es
útil ¿para qué querría yo saberlo?
Consejito:
Debemos contar hasta diez antes de pasar bolas de las que no estamos
seguras que son ciertas. ¡Cuánto mal podemos hacer si no controlamos nuestras
lenguas!
FETUCCINI CON PORTOBELLO
Ingredientes:
- ½ Kg. de fetuccini al huevo (de preferencia frescos)
- 400 grms de Portobellos
- ½ libra de crema de leche
- 100 grms. de tocino (sin grasa)
- 2 cdas. de mantequilla
- 1 ramita de albahaca fresca
- 2 hojas de laurel
- Un chorrito de aceite de oliva
- Sal y pimienta al gusto
Preparación:
- Se pican los Portobellos en rodajas no muy finas y se separa un par para la decoración
- Se corta el tocino en láminas delgadas
- Se cocinan los Portobellos en agua hirviendo con sal, se cuelan y se les rocía un chorrito de aceite de oliva
- Se derrite la mantequilla en una olla mediana y se dora ahi el tocino; una vez dorado se le agregan los Portobellos, la ramita de albahaca, sal y pimienta y se revuelve todo dejando cocinar por breves minutos
- Aparte se hierve la crema deleche con las hojas de laurel hasta que de 2 hervores
- Luego se mezcla la crema de leche caliente con los Portobellos, retirando previamente las hojas de laurel y la ramita de albahaca y, si es necesario, se espesa con un poco de maicena diluida en leche evaporada pura.
EL OTRO YO DEL DR. MERENGUE
El copiloto
Las de mi época se acordarán que
años ha, había una tira cómica que se llamaba El Otro Yo del Dr. Merengue. Viejito, muy circunspecto él, que muchas
veces andaba muy elegante de frac y tarro y, al toparse con determinadas situaciones
o personas, se le venían a la mente comentarios que, por educación, no se atrevía a pronunciar en voz alta.
Y, he aquí que el otro
día se metió dentro de mí el Dr. Merengue. ¿Cómo así? Bueno, con mi marido hemos llegado al acuerdo
que mejor manejo yo porque dice que lo atosigo con mis grititos, frenadas,
¡cuidado! y saltos cuando él maneja, pero la verdad es que corre demasiado y
voy con los pelos de punta cuando él va al volante. Sin embargo,
él tampoco se queda atrás como copiloto: “por qué bajas la velocidad”,
“Cambia a cuarta, ¿no oyes el motor?”, “Ciérralo, no dejes que te pase”,
“Bravo, (aplausos) es el segundo hueco en que te caes”, etc. etc. Y yo siempre
calladita por temor a que me diga “déjame, mejor manejo yo”. Hasta que el otro día afloró en mi el Dr.
Merengue y después de oír una de sus “simpáticas” intervenciones, solté la
carcajada. Asombrado me dice: ¿de qué te ríes? Disculpa le dije, pero es que me
he sentido el Dr. Merengue, ¿sabes lo que acabo de pensar cuando me dijiste “por
qué le das paso a ese”? Pues, ¡porque me da la gana, carajo! …Y aunque no me
crean, jamás digo lisuras, esas son licencias que sólo se le permiten al Dr.
Merengue.
A las distinguidas
señoras que manejan con el marido al lado, ¿no les provoca a veces contestar
así? Seamos francas, ¿cuántas veces en
el curso del día, ante diversas circunstancias, pensamos en silencio cosas
tremendas, como el Dr. Merengue?
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