Elegancia y personalidad
Toda persona que se estima a sí misma desea siempre estar bien
presentada. No es cuestión de lujos ni de riquezas. La
persona descuidada se tiene poco amor a sí misma, carece de ese amor que es
necesario para remediar los defectos y el deterioro que el pasar de los años
irremediablemente se va introduciendo en ella en forma de desgaste y estrago de
su persona. A la persona que se preocupa por su apariencia, se le nota una
tranquilidad que nace de la seguridad de sentirse dueña de sí.
Intentar lucir bien no es cuestión de
vanidad; es más bien darle a nuestro cuerpo la estima y la dignidad que se
merece. Por ello es esencial cumplir con ciertas normas básicas de cuidado
personal y vestido que ayudan a realzar nuestro atractivo y personalidad,
personalidad que no es sucumbir a las exigencias de la moda sino a lo que, de
acuerdo a los años, es conveniente.
Elegancia es la presencia de lo bello no
sólo en la figura, sino también saber mantener la compostura que no solo hace a
la persona digna, sino atractiva ante si y ante los demás. La elegancia
envuelve todo el ser de la persona en cuanto ésta es íntegra. Lo que hay de
positivo, verdadero y bello en su interior se verá reflejado en ella, en sus
obras, en sus sentimientos, en su bondad, en ese estilo tan personal de lo que
hace. La belleza en general incluye limpieza, pulcritud, orden. Ésta exige
cuidado, tiempo, arreglo; dedicarse atención, ocuparse de uno mismo y de la
propia apariencia.
Cuando la persona dispone su apariencia
exterior con arreglo al buen gusto, al vestirse de acuerdo a su edad, a las
circunstancias, entonces está bella, porque ser bella es encontrar la armonía
entre el vestir, el lenguaje, y la conducta.
La
personalidad es a la mujer lo que el perfume a la flor.
1 comentario:
Fantástico articulo mil gracias
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