CUIDADO CON LAS INSTRUCCIONES


FIJATE BIEN COMO DAS INSTRUCCIONES

 

            A los peruanos nos gusta el chupe. Para quienes no conocen la palabra “chupe”, esta es una sopa sabrosa, contundente, levanta muertos, con muchos ingredientes y que por lo general se prepara como único plato, con la posibilidad de repetir las veces que uno quiera. Puede hacerse de carne, de pescado o de verduras, lo que a uno le apetezca.

             Pues bien, un día amanecí con ganas de tomarme un delicioso chupe, con un trozo de pescado frito, camarones, choclo con dientes grandes, alverjitas, papita blanca y amarilla, leche y un huevo entero encima, todo bien espeso como me gusta. ¡Uy que rico!, ya me lo estaba saboreando.

             Así es que puse a hervir la cabeza y el espinazo del pescado para preparar el caldo.  Pero como tenía que salir a comprar los camarones,  le encargue a mi marido, quien estaba de vacaciones, para que dentro de un rato me hiciera el favor de colar el caldo.  Dejé el colador sobre la mesa de la cocina, pero… no tuve la precaución de dejar también un recipiente donde colar el caldo. Bien, regresé apurada de la calle y al entrar a la cocina veo aterrada que en el colador yacía la cabeza y el espinazo del pescado, pero… ¿y el caldo? Si te vi no me acuerdo. Muy oficioso mi marido había efectivamente “colado” el caldo en el lavadero de la cocina… y me dejo el esqueleto que no servía para nada. ¿Se imaginan?  Casi me quedo viuda pues por poco lo mato. ¡Adiós delicia de chupe!

 
Consejito entre mujeres

            A veces los maridos  entienden poco de cocina así es que si quieres que te de una manito, explícale todo muy minuciosamente, paso por paso, si puedes hasta por escrito, porque si no, te arriesgas a llevarte un gran chasco como el mío.

 

“Barriguita llena, corazón contento”

RISI E BISI


RISI  E  BISI

Este es un rico plato del norte de Italia. Se sirve en lugar de pasta y debe quedar caldudito. En la región de Venecia a las alverjitas se les llama “bisi” y por supuesto “risi” es el arroz. Para quienes gustan del arroz, les va a encantar.
                 
                                                                                      
Ingredientes   (para 6 personas)                        

·   450 gr. de arroz
         ·   1 kg. de alverjitas
         ·   100 gr. de tocino picado en cuadritos
         ·   1 cebolla blanca picada finamente      
         ·   Caldo de pollo en cantidad suficiente,
              puede ser de cubito
         ·   1 cucharadita de mantequilla
         ·   2 cucharadas de aceite de oliva
         ·   100 gr. de queso parmesano
         ·   vino blanco
         ·   sal y pimienta
         ·   perejil fresco
        
 
Preparación

     ü  Pelar y lavar las alverjitas y el perejil y picar éste último bien finito.

ü  Preparar el caldo en una olla y mantenerlo bien caliente.

ü  Aparte en una guisera o wok, hacer un sofrito con el aceite, la cebolla, el tocino y el perejil. Pasados unos minutos, añadir las alverjitas y un chorrito de vino blanco e ir revolviendo, a la vez que se incorpora un cucharón del caldo caliente. Mezclar bien y echarle el arroz y el resto del caldo hirviendo hasta cubrir el arroz.

ü  Cuando el arroz está casi hecho (caldudo), salpimentar al gusto y distribuir por encima la mantequilla y el queso parmesano.

 Servir de inmediato y adornar con una ramita de perejil.

 
                                                      Quien comparte su comida,
                                                             no pasa solo la vida.

 

SABIAS QUE... (5)



¿SABES POR QUÉ LOS AROS DE MATRIMONIO SE USAN EN EL CUARTO DEDO?

 

         Existe una leyenda china que te lo puede explicar de manera bonita y muy convincente....


        
Veamos, los pulgares representan a tus padres. Los índices representan tus hermanos y amigos. El dedo medio te representa a ti mismo. El dedo anular (cuarto dedo) representa a tu pareja. El dedo meñique representa a tus hijos.


       Ok...primero junta tus manos palma con palma, después, une los dedos medios de forma que queden nudillo con nudillo así como se muestra en la imagen....

         Ahora intenta separar de forma paralela tus pulgares (representan a tus padres), notarás que se abren porque tus padres no están destinados a vivir contigo hasta el día de tu muerte, únelos de nuevo.

         Ahora intenta separar igual los dedos índices (representan a tus hermanos y amigos), notarás que también se abren porque ellos se van, y tienen destinos diferentes como casarse y tener hijos.

         Intenta ahora separar de la misma forma los dedos meñiques (representan a tus hijos) éstos también se abren porque tus hijos crecen y cuando ya no te necesitan se van, únelos de nuevo.

         Finalmente, trata de separar tus dedos anulares (el cuarto dedo que representa a tu pareja) y te sorprenderás al ver que simplemente no puedes separarlos...eso se debe a que una pareja está destinada a estar unida hasta el último día de su vida y es por eso que el anillo se usa en este dedo.

       Simpático, ¿no?

Recuerda, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

MI CASA ES ESTA MUJER


Mi casa es esta mujer

 El autor, con bellas y sencillas palabras, rinde homenaje al valor no solo de su esposa sino al valor del matrimonio, de la familia, del hogar. Un homenaje a su mujer que es también un homenaje a todas las mujeres. ¡Qué bello es encontrar un hogar donde se vive el amor, el respeto, la comprensión!

 


"Mi casa es esta mujer que ahora duerme a mi lado. Como ella, con ella, todo a mí alrededor reposa. Cuando ella despierte, también lo harán las cosas. Volverán a abrirse las puertas, correrá el agua otra vez, los pasos avivarán la vieja escalera, caerá de nuevo la luz sobre las plantas. Yo retornaré a mi mesa, a las palabras, y su voz, como un halo, circundará mi día".

  Lo dice Santiago Kovadloff, filósofo y ensayista argentino.

 

Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta,
         sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta.

 



 

 

 

 

 

 

 
 

RICURA DE MARACUYA


Ricura de Maracuyá

Aquí les brindamos un delicioso postre, facilísimo de preparar, en un dos por tres. ¿Cuánto rinde? Pues depende de cuan dulceros son los comensales.
                                                                                                                        


Ingredientes:  

5 maracuyás grandes (para un vaso de jugo)

1 tarro de leche condensada

1 taza de leche evaporada azul pura

120 grms.  de crema de leche

 

Preparación:

ü  Abrir los maracuyás y separar unas cuantas pepitas para la decoración.

ü  Licuar la fruta evitando que se rompan demasiado las pepitas.

ü  Colar y volver a verter en la licuadora un vaso del jugo.

ü  Añadir la leche condensada, licuar y luego añadir la crema de leche, la leche evaporada y seguir licuando hasta que espese.

ü  Cuando haya levantado el volumen de los líquidos, vaciar en un molde, preferiblemente de cristal, y adornar con las pepitas que habíamos separado.  También puede ponerse en pequeñas dulceras.

ü  Poner a la refrigeradora, y dejar enfriar un par de horas antes de servir.

 
¡Prohibido raspar el plato!

ES BUENO SABER


Es bueno saber…


  • Es bueno saber que hay hombres de ciencia, pero es mejor que seamos  hombres y mujeres de conciencia.
  • Es bueno saber lo que tenemos que hacer, pero es mejor hacer lo que debemos hacer.
  • Es bueno hacer planes y fijarse un propósito, pero es mejor llevarlos a cabo.
  • Es bueno desear el éxito, pero es mejor realizar las cosas necesarias para lograrlo.
  • Es bueno hacer promesas, pero es mejor cumplirlas.
  • Es bueno tener dignidad, pero es mejor no pisar la de otros.
  • Es bueno tenerlo todo, pero es mejor compartir con el que no tiene nada.
  • Es bueno saberse amado y comprendido, pero es mejor amar y comprender.
  • Es bueno procurar no fracasar, pero es mejor ayudar al fracasado.
  • Es bueno buscar la verdad, pero es mejor hablar siempre con ella.
  • Es bueno tener fe, pero es mejor sembrarla en los que aún no conocen a Dios.
  • Pero hazlo YA, porque el tiempo pasa...

                                               Juan Pablo II