TARTA DE ZANAHORIA


TARTA DE ZANAHORIA
 

Bizcocho

4 huevos

1 taza de azúcar blanca

1 taza de azúcar morena

2 tazas de harina cernida

1 sobre de levadura

1/2 cucharadita de sal

1 cucharadita de nuez moscada

1 1/2 cucharadita de canela en polvo

1 taza de nueces picadas menuditas

2 cucharaditas de bicarbonato

1 taza de pasas picadas menuditas

 1 cucharadita de vainilla

1 1/2 taza de aceite vegetal

3 tazas de zanahoria rallada o picada muy fina en el robot

 

Preparación

Batir los huevos con el azúcar hasta que esté cremoso

Cernir los ingredientes secos y agregar a los huevos alternando con el aceite.

Agregar la vainilla.

Agregar las zanahorias y nueces, envolviendo (sin batir)

Poner en un molde engrasado y llevar al horno (180º) por aproximadamente una hora.

Retirar del horno, enfriar durante 10 minutos, desmoldar en una rejilla y dejar enfriar completamente. Cortar por la mitad, rellenar y cubrir con el baño.

 

Baño

1/2 taza de mantequilla

250 grs. de queso crema

2 cucharaditas de vainilla

2 tazas de azúcar glas (en polvo)

 

Preparación

Batir la mantequilla con el queso crema.

Agregar la vainilla y el azúcar, batiendo hasta que esté cremoso.

Rellenar y cubrir el bizcocho
 
Decorar  al gusto y saborear con una taza de café calentito.


SALUD O SEGURO


SALUD  O  SEGURO, cuál es más importante?

         ¿Cuál es primero, la salud o el seguro? Al unísono todos diríamos: ¡La salud!  Pero la cruel realidad nos prueba que no es así, primero reina el seguro y, según lo que pagas, la salud.

         Hace muchos años mi esposo y yo tomamos un seguro clásico contra el cáncer. Corrieron los tiempos  y como el mal no aparecía por nuestros lares, casi, casi lo cancelamos. Pero, gracias a Dios, diría, casi por desidia, seguimos pagando puntualmente el dichoso seguro. En un determinado momento nos enteramos que, so pretexto de cubrir más aspectos del tratamiento, habían inventado un seguro “plus”, más caro por cierto, y quisimos apuntarnos a él pero, según nos dijeron, por límite de edad ya no podíamos acogernos. Hasta que un buen día me tocó necesitarlo.

         Debo admitir que el trato que recibo del personal médico, de  enfermeras y hospitalario es óptimo. Así les digo a las secretarias que me atienden cuando llego al mostrador a pedir cita: ¿díganme, chicas, a ustedes les dan clases de simpatía? Pues no se cuál es más amable y sonriente. Pero ahí queda la cosa. Conforme ha ido pasando el tiempo desde que descubrí el cáncer que me afecta, me voy enterando, ya sea por periódicos, revistas u otro medio, que salen tratamientos y medicamentos nuevos; cuando averiguo sobre la posibilidad de que me traten con ellos, me doy con la sorpresa que no están contemplados en mi seguro “clásico”,  eso solo vale para los del “plus”, a menos que sea una familiar de Bill Gates, pues los costos son inalcanzables para el común de los mortales. En buena cuenta me tratan  sólo con los medicamentos genéricos. Y eso que, como soy clasemediera, todavía tengo la suerte de poder pagar ese seguro “clásico” aparte del seguro social.

          ¿Qué le queda a la pobre gente en los últimos rincones del país donde no tiene derecho ni a un vulgar paracetamol para curarse toda clase de enfermedades? Pero, eso sí, ¡hay que repartir gratis las AOE, conocidas como pastillas del día siguiente, hasta en la más lejana localidad del país! Que inconsistencia en las políticas gubernamentales de salud. ¿Qué es más urgente, curar la neumonía de los niños o evitar que las mujeres tengan un embarazo “no deseado”? Como si esperar un bebé fuera una enfermedad. Y todos se rasgan las vestiduras hablando de derechos humanos.

         Pero volviendo a mi caso y pensando en mi médico tratante que es una bellísima persona, la verdad es que siento más pena por él que por mí. Yo llevo mi enfermedad con mucha tranquilidad y paz ya que me he puesto en las manos de Dios y sólo le pido que siga como estoy hasta ahora, sin dolores ni molestias mayores. Pero, a la vez pienso que para el médico debe ser horrible, en conciencia, tratar a una persona con un determinado remedio a sabiendas que hay otros que serían realmente efectivos pero que el “seguro clásico” no le permite usarlos en mi. Por eso decía al comienzo; ¿qué es más importante, la salud o el seguro?